La primera señal del modelo que da origen y explica la pintura de Claudia Adriazola en esta etapa de su producción son los nombres de sus telas: El que fue a Melipilla; La Micro ; En verde; Los miedos del can; Abran paso, no dejan duda que es por ahora pintora de lo urbano. De los caminos de cemento, de las estructuras y de lo que se lleva el río.
Pero a no engañarse, lo urbano es sólo la excusa. El referente, a regañadientes, se hace a un lado y deja fluir el contenido: La pintura con carácter propio, en donde el soporte y el color son el protagonista, director y guionista.
Es entonces cuando se produce la síntesis: los colores determinan, ordenan y dictan el espacio de la superficie y lo visible se hace selectivo. Es el momento clave de la contemplación pictórica.
Las telas superpuestas, que dan la continuidad de líneas entre ambas superficies establecen como figura y fondo las condiciones de visualidad de estas obras, delimitadas siempre por los colores, causa de su autosuficiencia ante el espectador.